Descripción:Este rito marca el equinoccio de otoño, cuando la estación de los largos días da paso a la estación de las largas noches. Aunque el verano es la estación en la que suele estallar la guerra entre diversas culturas humanas, los Garou saben que su guerra será extremadamente difícil durante las largas horas de oscuridad. Para prepararse, celebran la Larga Vigilia, un rito diseñado para afilar su apetito por las batallas que están por llegar.
La Larga Vigilia se inicia durante el crepúsculo, alrededor de una furiosa hoguera (excepto en algunos túmulos urbanos). El clan pasa el día anterior a la Vigilia adornando el túmulo con los trofeos de guerra que acumularon durante el año anterior. Desde rifles retorcidos hasta chalecos antibalas destrozados; desde fetiches del Wyrm destruidos hasra ristras de dientes de las calaveras de los Monstruos del Wyrm; incluso la sangre corrupta mezclada con el polvo de los vampiros... todo tipo de recuerdos adornan el corazón del túmulo. A medida que el sol desciende por el horizonte, el Maestro del Rito empieza a entonar una alabanza a Helios, agradeciéndole las bendiciones del verano e implorando su seguridad durante el próxima invierno. A continuación, el Maestro del Rito alaba a Selene e implora su ayuda en las largas noches que vendrán.
Para ayudar al Maestro del Rito, los Galliard del clan recitan relatos sobre las batallas más gloriosas del último año, y las hazañas realizadas en su nombre. Van señalando todos y cada uno de los trofeos para explicar la historia sobre cómo consiguieron arrebatárselo a su propietario. En ocasiones, a los miembros especialmente elocuentos de otros auspicios que destacaron durante el año anterior se les concede el honor de ser los primeros en explicar sus propios relatos. En cuanto los Galliard finalizan, los demás miembros del clan empiezan a contar sus propias versiones de las grandes hazañas del año anterior. El relato de historias dura toda la noche; cuando llega el alba, el Maestro del Rito invoca a Selene, a su hermano Helios y a su madre Gaia, y promete que el año venidero será igual de glorioso con la bendición de Selene. Cuando el rito concluye, los Garou arrojan el máximo de trofeos posibles a la hoguera, destruyendo los recuerdos que tanto les costó conseguir, como una señal de la fe que tienen en que conseguirán muchos más durante el próximo año.