Aunque los héroes de la Guerra de Secesión son muy interesantes, este espíritu no tiene nada que ver con ellos. El general Lee es en realidad un tótem automovilístico, que debe su nombre a uno de los más famosos vehículos de la basura blanca de todos los tiempos: el coche trucado naranja que aparecía en la vieja serie de TV "Los Dukes de Hazzard". Los seguidores de este tótem buscan el coche de sus sueños, uno al que puedan adorar más que a cualquier espíritu animal o Incarna urbano.

Tras consagrarse al "General", la manada sale en busca de algún coche abandonado y herrumbroso. Lo más corriente es que un Roehuesos de la manada se ponga a trabajar como un esclavo hasta conseguir que esa trampa mortal se ponga en marcha. Algunos Roehuesos transforman esos coches en santuarios de su tótem, frecuentemente colocándolos sobre bloques de cemento en sus patios delanteros. Con la ayuda del tótem, el coche va convirtiéndose poco a poco en un ejemplo de la excelencia automovilística. Hay una razón para ello: el coche sirve como un temperamental espíritu-tótem, que no puede entrar en el mundo espiritual pero sí servir como fiable medio de transporte.

A medida que el Theurge de la manada mejora su rango, el coche va transformándose poco a poco. Un Fostern puede conducir su "coche tótem" por ahí, aunque será poco más que un montón de chatarra que se mantiene unida con saliva y alambre. Los Adren conducen obras maestras de la ingeniería con motores susurrantes, y restan 1 a la dificultad de las tiradas de Conducir con sus coches. El coche de un Athro no se queda nunca sin gasolina, mientras que un Anciano puede entrar en la Umbra con el suyo. Si es coche es destruído, su espíritu "duerme en la Umbra" durante un ciclo lunar completo, para volver luego a un nuevo juego de ruedas (y el herrumbroso chasis unido a ellas) escogido por la manada.

Casi todos los seguidores del General pueden ser identificados por las herramientas en los bolsillos traseros de los pantalones, las manchas de grasa en la ropa y el atronador rugido de sus coches corriendo por las calles. ¡Yii-jaaa!

Una vez aceptada por el General, toda la manada recibe dos puntos de Conducir y dos de Pericias (si esto les permite escoger una espcialidad, es automáticamente la de Reparaciones). Todos los miembros de la manada restan 2 a la dificultad de cualquier tirada de Conducir relacionada con maniobras complejas o peligrosas. El alfa de la manada adquiere un concimiento intuitivo de todas las autopistas de Estados Unidos, así como de diversas carreteras secundarias del Profundo Sur.

Los seguidores del General se pasan el tiempo trasteando con sus coches. como parte de ello, al menos un miembro de la manada debe tener preparado en todo momento un juego de herramientas de mecánico. Hay una buena razón para ello: el espíritu tótem de la manda vive en el coche del que cuidan. Trastear en el coche le da fuerza espiritual al tótem. A todos los efectos prácticos, el espíritu tótem está vinculado al coche, y sólo puede ir a donde pueda ir el vehículo.

Todos los días, un miembro de la manada debe pasar al menos una hora haciendo reparaciones, mejoras y modificaciones en este santuario. Si la manada deja pasar un día sin hacerlo, el coche empieza a degradarse, adquiriendo un defecto momentáneo. Cada día, un miembro de la manada puede intentar una tirada de Astucia + Reparaciones (dificultad 6) para arreglarlo.

Esta prohibición es bastante engorrosa, pero tiene sus ventajas. Tras años de veneración, estos vehículos alcanzan unas prestaciones de proporciones míticas. Con un buen conductor al volante, algunos son capaces de maniobras raramente vistas fuera de las persecuciones de las películas de los años 70. Si el conductor es de Rango 3 (o superior), cada vez que falle una tirada de Conducir, el espíritu tótem podrá intentar una segunda tirada usando su Fuerza de Voluntad como si fuese una reserva de dados de Destreza + Conducir.